Un negocio de gran inteligencia financiera, sin recursos ni dinero.

Un negocio de gran inteligencia financiera, sin recursos ni dinero.

Quiero compartirte la historia de un emprendimiento llevado adelante con gran inteligencia financiera. Posee características únicas como la de realizar dos ventas en simultáneo sin tener los productos, sin tener dinero para adquirirlos, sin ser fabricante, sin tener vehículos para transportarlos y reutilizando recursos para duplicar las ganancias.

Se trata de un negocio de dos emprendedores que conocí en una reunión en la que se presentaban proyectos en busca de inversores. Por varias razones decidí invertir en ellos y tuve la oportunidad de conocer más de cerca la historia detrás del negocio, la cual me pareció tan interesante y original, que merecía ser compartida.

Dos personas de pueblo, se mudan a la gran ciudad.

La historia de estos dos amigos comienza cuando de adolescentes abandonaron su pueblo y se mudaron a la gran ciudad, en la provincia de Buenos Aires (Argentina). Cada tanto volvían a visitar aquel lugar de origen donde conservaban familiares, amigos y afectos.

En uno de esos viajes, hablando con un comerciante del lugar, comenzaron a darse cuenta que muchos productos de uso cotidiano en Buenos Aires, como aceite comestible y velas, escaseaban en el pueblo.

Todo indicaba estar ante una oportunidad, pero estas dos personas no veían como disponer de los recursos necesarios como para aprovecharla. Productos no poseían, vehículos para transportarlos tampoco, dinero menos, lo único con lo que contaban era con el hallazgo de una necesidad insatisfecha.

Buscad y hallaréis.

Buscando posibles soluciones, optaron por tratar un tema a la vez y comenzaron por la idea de estudiar un poco más el asunto y consultarles a los comerciantes del pueblo cuáles eran los productos que les estaban faltando. Además aprovechaban para preguntarles si ellos estarían dispuestos a comprarlos esperando unos 20 días para la entrega.

De esta pequeña encuesta sacaron varias conclusiones, una era que definitivamente había una oportunidad y que los comerciantes estaban dispuestos a comprar los productos faltantes, aunque tuvieran que esperarlo. Lo malo era que de ninguna manera aceptarían entregar dinero por anticipado, (algo que les hubiera cerrado todo el negocio de forma fácil).

Al menos tenían resuelto el 50% del problema. Solo faltaba conseguir la mercadería, el transporte y el dinero, pero ya se habían asegurado de que la venta de la mercadería estaba realizada antes de ser comprada, en realidad, antes de tan siquiera conseguirla.

El tema del transporte les fue fácil de resolver. Por medio de varios contactos, llegaron a una persona de confianza, dueño de un camión, que les haría el viaje y les cobraría al final del mismo, por lo tanto no necesitaban dinero de ante mano para el transporte, un punto a favor.

Las cosas venían muy bien, pero seguían sin dinero para la mercadería y además, al momento de conseguir proveedores y sacar los costos, se dieron cuenta que para que el negocio rindiera, deberían llevar el camión completamente lleno, algo que no era un gran inconveniente, lo difícil era que no contaban con el capital para comprar tanta mercadería.

Comentando de este problema entre amistades, dieron con una persona que les dijo:

“Conozco a un grupo de gente que estaría dispuesta a escuchar su propuesta de negocios e invertir en ella si es viable, solo tienen que hacer una presentación detallando de qué trata el negocio, cuánto dinero necesitan, cuál es el porcentaje que le devolverán a los inversores, y en cuanto tiempo.

Ustedes saquen bien los números y preparen la presentación, que yo me encargo de generarles la reunión”.

Pedid y se os dará.

Se dedicaron un tiempo a presentar su proyecto en distintas reuniones. La explicación del negocio era tan simple que ni siquiera requería de un gran plan de negocio.
Todo era entendible, sencillo y transparente
:

• Tomar los pedidos en el pueblo.
• Conseguir los productos en Buenos Aires.
• Tomar el dinero de los inversores para pagar la mercadería en Buenos Aires.
• Transportar la mercadería hasta el pueblo.
• Cobrar.
• Regresar a Buenos Aires y devolver el dinero a los inversores más el interés.

Consiguieron todo el dinero necesario y el negocio comenzó a funcionar.

Pero esta historia no termina allí. Pronto se dieron cuenta que también habían productos que abundaban en el pueblo y que escaseaban en algunas zonas de la gran ciudad, como cuero de vaca y madera.

Implementando el mismo procedimiento a la inversa, comenzaron a levantar pedidos también en Buenos Aires y aprovechando el viaje, el dinero que recaudaban al entregar la mercadería en el pueblo, y el transporte, regresaban repletos de mercadería para la ciudad, quedando el circuito completo de esta forma:

• Tomar los pedidos en Buenos Aires (cuero de vaca y madera).
• Tomar los pedidos en el pueblo (velas y aceite).

• Conseguir los productos en Buenos Aires.
• Conseguir los productos en el pueblo.

• Tomar el dinero de los inversores para pagar la mercadería en Buenos Aires.
• Transportar la mercadería hasta el pueblo.
• Cobrar.

• Comprar la mercadería en el pueblo.
• Regresar a Buenos Aires y entregar la mercadería.
• Devolverles el dinero a los inversores más el interés.

Al implementar el segundo circuito, sus costos se redujeron tremendamente, o lo que es lo mismo, las ganancias se multiplicaron. El transportista les hacía precio por ida y vuelta. Los inversores no cobraban nada adicional porque el tiempo que duraba toda la operación era el mismo que al principio. Un negocio redondo.

Hay muchas cosas para destacar de esos emprendedores, el negocio es muy bueno en su totalidad y muy simple, pero me gustaría resaltar algo que fue muy importante para que estos emprendedores recibieran el dinero de los inversores.

Mi decisión de invertir con ellos (seguramente como la de los otros inversores presentes ese día) estuvo dada básicamente por dos cosas:

1) El negocio era muy sencillo, fácil de explicar, fácil de comprender.
2) Estas personas me llegaron recomendadas por alguien en quien yo confiaba.

Estos emprendedores habían realizado otros proyectos con otras personas, negocios chicos, pero lo importante era que siempre habían cumplido con todo lo que habían prometido y eso fue un gran respaldo a la hora de solicitar el dinero necesario.

El hecho de haberse comportado honestamente antes fue algo fundamental porque les abrió la puerta al préstamo para este negocio y el haber cumplido con este negocio, les dejó una puerta abierta en vista de negocios futuros, inclusive más grandes.

Los tratos del tipo ganar – ganar, donde todos salen beneficiados, son los mejores, y mucho más en este tipo de casos donde todo fue montado con una gran inteligencia financiera.

Sería bueno que dejaras tu comentario aquí debajo.

Te dejo un cordial saludo,
Martín Omar

Acerca de Martín Omar
Desde hace más de 14 años desarrolla campañas montadas sobre Internet orientadas al crecimiento de las ventas. Actualmente se dedica al Marketing Online, y a promover la Educación Financiera.