Craig Zucker era un joven muy observador, que recientemente se había mudado a la ciudad de Nueva York. Comenzó a sentir curiosidad por probar un negocio en el cual su materia prima era ilimitada y le costaba tan solo 2 dólares al mes. Todo el mundo contaba con la misma materia prima, pero a nadie se le había ocurrido la idea de Craig, hasta ese momento…
El mercado de aguas embotelladas en Estados Unidos no era tan popular frente a otras bebidas como las gaseosas o los cafés, por eso, la oferta de agua embotellada en Nueva York hasta ese momento era de marcas provenientes del extranjero en su mayoría, pero el agua de grifo (de la canilla) de Nueva York estaba muy bien purificada, era de excelente calidad.
Al conocer las cualidades de esta agua, al joven se le ocurrió que podría embotellarla y venderla al público como un producto único. Sí, él creía que era un producto único, y en cierta forma lo era, pero suena más a una idiotez única que a un negocio en potencia. Su “brillante” idea era abrir el grifo (la canilla), sacar agua, ponerla dentro de una botella de plástico y venderla, así, sin más.
Esta idea insólita, que hasta casi insulta mi imaginación, resultó ser muy lucrativa en poco tiempo. El gran interrogante que surge es ¿por qué las personas pagarían por algo que es gratis y está al alcance de la mayoría? La respuesta del emprendedor ante esta duda, fue apelar al sentido de pertenencia y el orgullo de los ciudadanos de Nueva York ofreciendo un agua autóctona de esta ciudad a los extranjeros.
Evidentemente estaba observando algo con “los ojos de la mente”, que el resto de las personas no podían ver.
Zucker, con esta idea en mente, buscó un socio para poder desarrollarla, ya que creía que solo no podría hacerlo, y apenas conoció a su alma gemela (supongo que otro loco igual que él), rentó un almacén en Brooklyn de donde podían sacar el agua de grifo en forma ilimitada, por solo 2 dólares al mes, y la comenzaron a embotellar para su venta.
Decidieron ofrecer su producto en tiendas y restaurantes en diferentes zonas de Nueva York.
La botella, hoy cuesta $1,5 dólares y ya es ofrecida en más de 75 establecimientos donde se vende el producto. En pocos meses lograron vender 50.000 unidades y el negocio siguió creciendo.
El agua de grifo es embotellada en una elegante botella donde se puede leer claramente en su etiqueta la procedencia del producto, por lo que no se engaña al consumidor sino que se le explica que es agua de grifo de la ciudad de Nueva York envasada.
La gran lección que se puede aprender de esta historia es que una idea de negocio simple y económica puede ser viable y rentable. Lo primero que uno tiende a hacer al escuchar este tipo de ideas descabelladas, es descartarlas, pero el punto aquí es que probar esa idea, no le costaba casi nada de dinero. Por lo cual, esto puede darnos una gran enseñanza:
«Si una idea suena un tanto rara, pero probarla no cuesta casi nada,
¿por qué no intentarlo?, al menos para sacarse la duda de qué tan exitosa puede ser.
Hasta la propia aventura vale el intento.»
El gran acierto, fue la capacidad del emprendedor para observar la realidad desde otro punto de vista, con “los ojos de la mente”, y buscar creativamente diseñar un negocio con muy poco dinero ya que el producto que vende cuenta con las propiedades de ser muy económico y fácil de obtener.
Otro punto importante fue reconocer sus debilidades y buscar la forma de superarlas:
“con esta idea en mente, buscó un socio para poder desarrollarla, ya que creía que solo no podría hacerlo”.
Zucker demostró que crear una demanda que no existe en el mercado, también es una opción. Sobre este tema, escribió W. Cham Kim en su libro “la estrategia del océano azul”, un libro que propone:
“Dejar a un lado la competencia entre las empresas,
ampliando el mercado a través de la innovación”.
No descartes una idea de negocios por ser simple, muchos emprendimientos exitosos destacaron por su creatividad y también por la simpleza para poder llevarlo a cabo. El uso adecuado del marketing es muy importante, a tal punto, que puede crear una demanda, donde antes no la había.
Al terminar de leer la historia, me quedé con la duda de qué pasaría si los comerciantes que le compraban el agua a Zucker decidieran comenzar a vender sus propias bebidas de grifo, porque la realidad es que es un negocio de baja barrera de entrada, cualquiera podría hacerlo.
Para ese entonces, el emprendedor ya tendría toda una red de contactos armada, y si muchos de sus clientes se pusieran a vender agua embotellada, seguramente él, con su creatividad, les ofrecería proveerle las botellas de plástico.
Si quieres, deja tu comentario debajo y comparte esta historia.
Te dejo un cordial saludo.
Martín Omar.
excelente, esto se le llama Apalancamiento de la mente y de la naturaleza.
Que excelente y tan sencillo
Excelente historia.
Excelente historia y mensaje. Gracias por la labor.
Interesante el comentario; les comparto yo trabajo en una empresa multinivel, y cuando comencé el trabajo era arduo al no encontrar socios con quien trabajar, por que lo primero era luchar con el negativismo de las personas que sin saber o estar en el negocio decían eso no vale, pero a Dios gracias se encontró las personas con un mismo pensamiento de emprendimiento; pienso que la clave de todo éxito es NO dejar que los demás dejen manejar tus sueños con sus pensamientos negativos.
Gracias Omar, te estoy muy agradecido.
En realidad todo depende de como, trabajes en tu mente la gran mayoría me incluyo solo pensamos en obtener ganancias con un producto nuevo cuando en realidad el punto es encontrar aquello que le puedes agregar el valor necesario.
A mi hijo le dije ahorra el diez por % de tus ganancia mensuales, inviértelo, sigue ahorrando el siguiente año al final vuelve a invertir, hazlo por unos años y veras las ganancias, pero me contesto y en que lo invierto. (el problema es la falta de ideas, hoy en día quieren que les digas hasta en que van a invertir).
A los que lean este mensaje, hay que empezar ya no importa que sino da el primer paso.
Gracias Omar.
Gran mensaje Victor, tu hijo te lo agradecerá, quizás se tarde algunos años en darse cuenta de la piedra preciosa que le entregaste hoy, pero en algún momento, te lo agradecerá.
Saludos,
Martín Omar.