Un día como tantos otros, Gastón Frydlewski reparó en un detalle de su vida cotidiana: “Con el paso de los años, todo había evolucionado en el calzado, menos los cordones”.
Era un pensamiento muy trivial, como tantos otros que le arrojaba su mente creativa, sencillamente era algo que le resultaba curioso. ¿Qué sentido tenía gastar ideas en algo tan banal y sin sentido?, después de todo, si grandes marcas no lo habían hecho, a él seguramente no se le ocurriría nada nuevo.
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